Aunque Malta es uno de los países más pequeños del continente europeo, su papel ha sido clave en la historia. Desde los primeros asentamientos prehistóricos en el año 5.000 a.C. hasta su entrada en la Unión Europea en el año 2004, Malta ha sufrido la ocupación de diferentes pueblos que han moldeado su arquitectura, su idioma y su cultura.
Los primeros asentamientos en Malta datan del año 5000 a.C., cuando un grupo llegado de la vecina Sicilia comenzó a poblar las islas de Gozo y Malta. Estas primeras comunidades tallaban la piedra caliza con técnicas muy avanzadas que dieron como resultado la construcción de los templos de Hagar Qim, Mnajdra, Tarxien y Ggantija; dedicados a la diosa de la fertilidad y levantados entre el 3600 y el 2500 a.C.
Desde el 800 a.C. los fenicios usaron las islas como parada de aprovisionamiento en sus rutas comerciales por el Mediterráneo y más tarde fueron sustituidos por los cartagineses del norte de África, que ocuparon la isla durante 250 años.
El Imperio Romano se apoderó de Malta durante la Segunda Guerra Púnica. Durante el dominio romano, la isla vivió una etapa próspera, el tamaño de las ciudades se triplicó y se llevaron a cabo importantes mejoras urbanísticas.
Según la Biblia, el apóstol San Pablo desembarcó en Malta en el año 60 d.C. y expandió el cristianismo por todo el archipiélago. Se cree que estuvo refugiado en las Catacumbas de San Pablo y que vivió un tiempo en Mdina, hasta que regresó a Roma para ser juzgado.
Tras la disolución del Imperio Romano de Occidente, los bizantinos ocuparon Malta durante casi cuatro siglos, hasta dejar paso a los árabes a finales del siglo IX. La población se convirtió al Islam para evitar represalias y adoptaron algunas de sus costumbres. La lengua maltesa actual proviene del árabe y mantiene muchos de sus sonidos.
En el año 1090, la historia de Malta tuvo un inesperado giro cuando los normandos de Sicilia llegaron a la isla y arrebataron el poder a los árabes. Cuando la Corona de Aragón se hizo con el poder en Sicilia en el siglo XIII, Malta pasó a formar parte de su territorio.
En 1530, el monarca Carlos I, que había unificado en su persona los reinos de Aragón y de Castilla, cedió Malta a los Caballeros de la Orden de Jerusalén a cambio de la entrega simbólica de un halcón cada año.
Los caballeros de la Orden de San Juan se establecieron en Malta en el año 1530, después de haber sido expulsados de Jerusalén por el Imperio Otomano. Durante los 250 años que pasaron en Malta, llevaron a cabo una profunda restauración de la isla en todos los aspectos. Construyeron importantes bastiones y estructuras defensivas, como el Fuerte de San Telmo, y se establecieron principalmente en Senglea, Cospicua y Vittoriosa, las Tres Ciudades de Malta. Sin duda, la gran aportación de los caballeros fue dotar a la isla de su emblema más característico: la cruz de ocho puntas. Se cree que cada una representaba una de las ocho nacionalidades de los caballeros.
En 1798, las tropas de Napoleón tomaron Malta y expulsaron a los Caballeros de la Orden. Los malteses se rebelaron y los franceses tuvieron que retroceder y refugiarse en el Fuerte de San Telmo. La población pidió ayuda a Gran Bretaña y dos años después las tropas inglesas entraron en la isla…para quedarse.
Los británicos pronto entendieron el valor de Malta como colonia en el Mediterráneo, y en el Tratado de París de 1814 Malta se pasó a formar parte del Imperio Británico. Durante los casi 150 años de ocupación británica, los malteses adoptaron numerosas costumbres de los ingleses, como el idioma, el horario comercial o conducir por la izquierda.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aéreas del Eje bombardearon Malta y redujeron sus ciudades más importantes a cenizas. Tan solo tres aviones malteses lucharon sin descanso contra la flota aérea italiana y alemana. El rey británico Jorge VI otorgó al pueblo de Malta la Cruz de San Jorge por su heroísmo durante la guerra. Actualmente, la cruz luce en la bandera del país.
Malta obtuvo la independencia de Gran Bretaña en 1964, pero mantuvo a la reina Isabel II como soberana. Diez años más tarde, la historia de Malta cambiaría cuando finalmente se convirtió en una república totalmente desvinculada de Inglaterra, aunque los generales británicos no se retiraron hasta 1979. Malta pertenece a la Unión Europea desde 2004.
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